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HOMILÍA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

El misterio de la Santísima Trinidad nos permite responder a las preguntas que más inquietan al ser humano. ¿Quién es Dios? ¿Quién soy yo? ¿Cuál es el camino para ser feliz?

¿Quién es Dios?

La Santísima Trinidad. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un solo Dios verdadero en tres personas distintas. Un misterio que ciertamente sobrepasa nuestra pobre inteligencia humana.

Dios es Trinidad, porque Dios es Amor: Tres personas que se aman y se donan eternamente. El Padre es el Amante, el Hijo el Amado y el Espíritu Santo es el Amor que los une.

La Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Toda nuestra vida transcurre bajo el amparo de la Trinidad. Somos bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del ES y el día de nuestro entierro el sacerdote dirá: Sal alma cristiana de este mundo y marcha al encuentro de Dios Padre que te ha creado, de Dios Hijo que te ha redimido y de Dios ES que te ha santificado.

¿Quién soy yo?

Soy una persona. El concepto antropológico de persona se desarrolló a partir del concepto teológico de Persona. En pocas palabras la Identidad de Dios Uno y Trino me muestra mi propia identidad.

  1. a) Por un lado tengo una identidad: soy único e irrepetible, distinto de todos los demás. Y que cada uno de mis semejantes es persona desde su concepción, porque cada ser un humano es un reflejo único e irrepetible de Dios, y por eso toda vida humana es sagrada y valiosa y debe ser respetada y protegida desde su concepción hasta su fin natural.
  2. b) Pero que he sido creado para AMAR, para relacionarme con los demás, para salir al encuentro de otras personas, y que es en ese encuentro que descubro mi propia identidad. Es al descubrir el rostro del otro, como un reflejo del rostro de Dios que descubro mi propio rostro y aprendo a aceptarme y a valorarme a mí mismo.

Así como el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son distintos, pero viven un misterio de comunión, yo también estoy invitado a vivir la comunión. ¿Y qué es la comunión? Es el encuentro de amor entre un yo y un tú, para formar un nosotros. Un nosotros donde yo no dejo de ser yo y tú no dejas de ser tú. Somos distintos, pero nos necesitamos el uno al otro.

¿Cuál es el camino para ser feliz?

El camino para ser feliz es el camino de la auto-aceptación y el camino del amor a Dios y al prójimo.

Me reconozco valioso en mi relación con los demás y me descubro llamado a salir al encuentro de los demás. No somos islas. No he sido creado para vivir en la soledad, en el temor, en el individualismo, he sido creado para relacionarme, para donarme, para comunicarme con los demás. Pecar es pretender entender y construir nuestra vida lejos de las claves del Amor, pecar implica siempre encerrarme en el egoísmo, en los complejos o el narcisismo.

No solo estoy invitado a vivir el amor en mí relación con los demás, sino a participar del amor que se vive en el seno de la Trinidad. A relacionarme con cada una de las personas divinas.

Jesús es el Hijo Único del Padre que nos participa su filiación divina y nos invita a ser hijos. Decir “Creo que en Dios Padre”, es lo mismo que decir: Creo que soy Hijo.

Esta fiesta me invita a redescubrir mi propia dignidad, mi propio rostro de Hijo, heredero del Reino. Ser cristiano es aprender a ser hijo, ser como niño y dejar que el ES clame en nuestro corazón ABBA PADRE.

Que María, la hija amada y predilecta del Padre, la Madre y primera discípula del Hijo, y la esposa y templo del Espíritu Santo, nos ayude a vivir nuestra vocación al amor.

Juan Carlos Rivva
Párroco