En esta parábola, Jesús nos propone un negocio que es el mejor del mundo: El negocio de la vida cristiana. Una vez, Pedro, que era comerciante de peces y como tal tenía mentalidad de negociante, le preguntó a Jesús: Maestro, nosotros hemos dejado todo por seguirte ¿Qué vamos a recibir a cambio? Y Jesús les ofreció el ciento por uno en esta vida y en la vida futura la felicidad eterna.
No existe ninguna inversión que pueda ofrecernos esa rentabilidad. Cien veces el capital que invertimos en esta vida y luego la felicidad eterna. Por eso seguir a Cristo es el mejor negocio del mundo. Pero ciertamente es un negocio arriesgado, primero porque tenemos que invertir todo nuestro capital, y segundo porque no tenemos ninguna garantía, sino la palabra de ese socio que nos dice: Confía en mi palabra, no tengas miedo yo no te voy a defraudar.
Existe un aval: El testimonio de tantos que lo apostaron todo por Cristo, y encontraron la felicidad. La vida es una apuesta, porque vivir es apostar por un ideal. Y el que no arriesga, no gana. Para adquirir el tesoro escondido y la perla preciosa:
a) Buscar: San Agustín: El hombre es un buscador. Recordemos el Salmo 41: «Como busca la sierva corrientes de agua, así mi alma te busca a tí, Dios mío; mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
b) Apostarlo todo: Nos dice la parábola, que el hombre que encontró el tesoro, fue lleno de alegría a vender todo lo que tenía. Nuestra entrega al Señor tiene que ser una entrega alegre, sin mirar tanto aquello que vendemos, aquello a lo que renunciamos, sino pensando más en el inmenso tesoro que vamos a adquirir.
San Pablo dice: Lo que antes era para mí ganancia, ahora a causa de Cristo lo tengo por algo sin valor. Y más aún juzgo que todo es basura comparado con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús.
c) Mantener la apuesta: No basta con apostar, hay que mantener la apuesta. Hay muchos que apuestan, pero luego retiran su entrega en la primera esquina. Entregarlo todo, y entregarse para siempre, con alegría; es un reto inmenso, que entusiasma y que asusta, pero es lo único que le da sentido a nuestra vida.
d) Cuidar el tesoro: La gracia y la amistad con Jesús es un tesoro que debemos cuidar y cultivar. Nadie expone una perla fina en un lugar donde pueden robarla, ni deja un tesoro tirado en cualquier rincón de la casa. Del mismo modo, no debemos acostumbrarnos ni caer en la rutina en nuestra amistad con Jesús. Debemos cuidar la gracia que es un don maravilloso e inmerecido que el Señor nos regala.
¿Cuál es el tesoro más preciado de nuestra identidad nacional, en estos días que celebramos las fiestas patrias? Es la Fe Católica. Es al calor de la Fe que se da el encuentro entre la cultura española y la cultura indígena, que forja nuestra identidad mestiza y que se refleja en la religiosidad popular. ¡Cuantas expresiones de la Fe hay en las tradiciones, en la música, en las artesanías, en la literatura, etc!
En el Perú, la Fe conforma un tesoro que ha sido como la piedra angular sobre la cual se ha construido la sociedad y que mantiene unida a la familia a lo largo de los años y en medio de las crisis. Es un tesoro que debemos cuidar, que hemos recibido de nuestros padres y abuelos y que se debe transmitir a los hijos y nietos, de generación en generación, pero que lamentablemente a veces parece que se está perdiendo.
Que podamos hoy descubrir que la Fe en Jesucristo es el tesoro escondido y la perla preciosa, y que nos esforcemos por buscar, cuidar y transmitir ese tesoro a los demás.