Así como el segundo domingo de Pascua celebrábamos la fiesta de la Divina Misericordia, hoy –cuarto domingo de Pascua- celebramos la fiesta del Buen Pastor.
Y celebramos también la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones al sacerdocio y oramos por la santidad de los sacerdotes.
Jesús es el Buen Pastor. Si queremos comprender cuanto nos ama el Señor y cuáles son las actitudes del Buen Pastor en relación con sus ovejas, podemos revisar los verbos que tienen como sujeto al Pastor en el capítulo 10 de San Juan:
Al Pastor dice este Evangelio que: Entra por la puerta, llama una por una a las ovejas y las saca fuera, va delante de ellas, las conoce, las ama, las protege del lobo, entrega la vida por sus ovejas y les ofrece vida abundante.
Podemos completar esta lista con el Salmo 22, el Salmo del Buen Pastor: Las apacienta en las verdes praderas, las conduce hacia las aguas de reposo, las conforta y las guía por los caminos rectos, las sosiega cuando pasan por cañadas oscuras, las unge con perfume y las alimenta en un banquete exquisito.
Podemos seguir con los verbos de la Parábola de la Oveja Perdida: La busca, sana sus heridas, la pone contento sobre sus hombros y la trae nuevamente al redil.
Todas estas actitudes de Jesús el Buen Pastor, pueden servir de examen de conciencia para los sacerdotes, para saber si reflejamos a Jesús el Buen Pastor en nuestro trato con las ovejas.
Porque uno puede ser Buen Pastor o Mal Pastor… que en lugar de cuidar y apacentar el rebaño, se han servido de la grey para su propio provecho. (Anécdota misa de niños)
Ezequiel 34: «¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño? Vosotros os habéis tomado la leche, os habéis vestido con la lana, habéis sacrificado las mejores ovejas; no habéis apacentado el rebaño. No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis dominado con violencia y dureza. Y ellas se han dispersado, por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las fieras del campo”.
El Papa Francisco dice que las ovejas tienen buen olfato, y saben distinguir entre los buenos y malos pastores.
Así como los sacerdotes pueden hacer un examen de conciencia en base a los verbos del Buen Pastor, también las ovejas pueden hacer un examen de conciencia en base a los verbos de las ovejas.
El Evangelio del Buen Pastor nos presenta tres verbos: Escuchar, conocer y seguir que expresan las tres dimensiones de la fe en la mente, en el corazón y en la acción. Para seguir, hay que conocer, y para conocer hay que escuchar.
Escuchar a Jesús: Campesino pobre tenía ocho ovejas, un ganadero le robó sus ocho ovejas y las colocó en un potrero donde había cientos de ovejas. Llámalas…las ovejas reconocían la voz del pastor, porque la habían escuchado muchas veces…
¿Escuchamos nosotros la Palabra de Jesús el Buen Pastor? Que tanto nos esforzamos por meditar la Sagrada Escritura diariamente, por hacer alguna lectura espiritual que nos ayude a crecer en la fe.
Conocer a Jesús: Sabemos que en la Biblia no se conoce con la mente, sino con el corazón. Pues el verbo conocer hace referencia a un conocimiento afectivo, un conocimiento de amistad, a una relación vital e íntima con Jesús.
Y yo puedo conocer y amar a Jesús el Buen Pastor, porque El me conoce y me ama. Como el Padre me conoce y yo conozco al Padre, así yo conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí. La misma comunión que tiene Jesús con su Padre, debemos vivirla nosotros con El.
Jesús me conoce de manera personal y distinta (para el pastor cada oveja es única), Él sabe quién soy, sabe de mis dolores, de mis aciertos y de mis pecados, para El soy único y especial. Me invita a conocer su corazón y corresponder a su amor.
Que tanto cultivo esa amistad con el Señor, en la Eucaristía, en la visita frecuente al Santísimo Sacramento.
Seguir: Akoloutheo, que significa seguir los pasos del que nos precede, acompañarle, ponerse a su servicio, convertirse en su discípulo.
Quien dice yo lo conozco y no guarda sus mandamientos es un mentiroso.(1 Jn 2,4)
Este seguimiento nos lleva a vivir como El, a tener sus actitudes. A ser pacientes y humildes, a donar la vida, a ser también nosotros pastores, y colaborar con El en la tarea de cuidar el rebaño que se nos ha confiado.
Si escuchamos, conocemos y seguimos al Buen Pastor, Él nos hace dos promesas:
a) Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás.
b) Nadie podrá arrebatarnos de su mano.
Pidamos que sepamos escuchar, conocer y seguir a Jesús, el Buen Pastor. Oremos también para que Dios envíe a la Iglesia pastores santos, según su corazón de Cristo y que las familias católicas sean semilleros de vocaciones al sacerdocio.
Juan Carlos Rivva
Párroco