La iniciativa es de Dios que nos regala los talentos. San Pablo dice: ¿Que tienes que no hayas recibido, y si lo has recibido, porque presumes de ellos? (1 Cor 4,7).
¿Cuáles son los talentos que nos da Dios? Vida, salud, tiempo, la educación, los bienes materiales, la inteligencia, las capacidades para el arte, para la música, para el deporte, el carisma, la capacidad para liderar, para acoger, para aconsejar. Todos tenemos talentos. El mayor don que hemos recibido es su Hijo Jesús, el don de la fe, del bautismo, de pertenecer a la Iglesia.
No todos hemos recibido los mismos talentos: No somos iguales, todos tenemos la misma dignidad. Pero hay diversas capacidades, y unos tienen más talentos que otros, y eso no nos debe avergonzar afirmarlo. Dios confía en el ser humano, confía en ti y en mí. Nos da capacidades y nos da la libertad para colaborar con su Plan haciendo buen uso de esas capacidades. El rey se fue y dejó a unos administradores a cargo de sus bienes. Dios nos ha dejado a cargo del mundo, de la creación; somos responsables de la sociedad y del futuro.
En la parábola, ¿Por qué unos produjeron más y otros menos?
Porque pensaba que su talento no servía para nada comparado con el compañero que tenía cinco talentos. Actitud acomplejada y envidiosa. No mires tanto lo que otros tienen. Descubre más bien cuáles son tus propios talentos y piensa en cómo vas a poner tú a producir los talentos que Dios te ha dado. ¿Cuánta gente hay que no despliega sus dones y talentos, porque se deja llevar por esta falta de aceptación y valoración personal?
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: «Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo»
Porque tenía una imagen falsa de Dios. Pensaba que Dios era un patrón duro, que cosechas lo que no has plantado y recoges lo que no has sembrado. Esa imagen de Dios lo paralizaba y le impedía desplegar sus cualidades. Que equivocado estaba, Dios es un Padre lleno de amor y misericordia con nosotros, que siempre está animándonos y estimulándonos para que trabajemos con más alegría y esperanza. Debemos cambiar la imagen errada que tenemos de Dios como un juez castigador, una imagen que muchas veces nos impide vivir con libertad y desplegar todas nuestras cualidades.
El Señor no le acepta esa excusa, no se come el cuento. Le respondió: «Eres un empleado negligente y holgazán. Esta imagen errada de Dios no es una razón para no poner a producir el talento, es una excusa que Dios no acepta, porque detrás de este temor reverencial, en el fondo lo que se oculta es una actitud de comodidad y pereza.
Revisarnos: ¿Cuántas veces no asumimos lo que estamos llamados a asumir? ¿Cuántas veces pasamos de largo ante retos, exigencias, responsabilidades, proyectos? Siempre encontramos una buena excusa… Las personas no me comprenden, no tengo tiempo, no estoy preparado, quizás no lo hago bien, me van a criticar… Pero en el fondo es porque no queremos dejar nuestra actitud comodona, nuestro instalamiento burgues. Porque preferimos mirar para otro lado y decimos no es mi problema. Caritas urget nos
Pecado de Omisión: El peor pecado es el pecado de omisión. Hay gente que cree que son buenos cristianos porque no hacen nada malo, y se olvidan que lo importante es hacer el bien y servir a los demás.
Piensa, cuantos talentos has recibido de Dios y preguntate si esos talentos se están desplegando al servicio de los demás. Recuerda que a quien más se le dio, más se le exigirá.
Al final de la vida Dios no nos diga: Eres un empleado perezoso y holgazán que has enterrado los talentos que te di; escuchemos que Dios nos llama: Empleado