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Homilía del Segundo Domingo de Pascua – Fiesta de la Divina Misericordia

«Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos» (Jn 20,30). Jesús Resucitado es el Evangelio, la Buena Noticia de la misericordia del Padre que ha triunfado sobre el poder de la muerte y el pecado. Por eso, el cristianismo no es la religión del libro, sino de la Palabra.

Las maravillas que Jesús ha realizado y sigue realizando a lo largo de la historia, no están contenidas solo en la Biblia, sino en ese libro abierto de la misericordia que son los discípulos de Cristo, especialmente los santos.

Por eso decía el Papa Francisco: Todos estamos llamados a ser escritores vivos del Evangelio, portadores de la Buena Noticia a todo hombre y mujer de hoy. Lo podemos hacer realizando las obras de misericordia corporales y espirituales, que son el estilo de vida del cristiano.

Jesús ha tenido revelaciones privadas a muchos santos y santas, y una de las más importantes es la revelación a Santa Faustina Kowalska, a quien el Señor eligió en 1931 para ser apóstol y secretaria de la Divina Misericordia, cuya fiesta se celebra en este segundo domingo de Pascua.

Así como el Jueves Santo hemos celebrado la institución del sacramento del sacerdocio y de la Eucaristía en la misa de la Cena del Señor, hoy celebramos la institución del sacramento de la Reconciliación: Reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados les quedan perdonados, y a quienes se los retengan, les quedan retenidos.

¿Cuánto necesita el mundo meditar y experimentar la Misericordia Divina?

Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Pero hay momentos (en la historia personal, eclesial y social) en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia divina.

Vivimos un momento en el que el mundo clama de manera apremiante por misericordia y reconciliación.

Así como Jesús le mostró sus llagas al apóstol Tomás y le dijo acércate, contempla, toca, mete tu mano… Así también el mismo Jesús se presentó a Santa Faustina Kowalska y le fue dictando los detalles de esta imagen que quiso que fuera pintada en un lienzo para que se perpetúe para la piedad de sus fieles.

El lugar que ocupó la imagen del Sagrado Corazón de Jesús para tantos fieles católicos en el siglo XX (y que aún no ha perdido vigencia), lo ocupa en el siglo XXI esta imagen de la Divina Misericordia en el siglo XXI.

Dos detalles:

IMAGEN:

  1. a) Las manos y los pies llevan las huellas de la crucifixión. Las llagas transfiguradas en las cuales el apóstol Tomás metió sus dedos.
  2. b) Del corazón traspasado por la lanza brotan dos rayos, uno blanco que simboliza el agua del bautismo y otro rojo que simboliza la sangre de la Eucaristía.

Oración Colecta de hoy: Le pedimos a Dios la gracia para comprender mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha purificado, del espíritu que nos ha hecho renacer y de la sangre que nos ha redimido.

FIESTA:

Jesús reveló a Santa Faustina que el Domingo siguiente al Domingo Pascual debía consagrarse como Fiesta en honor de la Divina Misericordia.

Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea la salvación y el refugio de todas las almas, especialmente de los pobres pecadores. En ese día se abrirán las puertas de mi misericordia. Derramaré todo el océano de mis gracias sobre las almas que se acerquen a la fuente de mi misericordia. El alma que aquel día se confiese y comulgue obtendrá la remisión completa de las culpas y los castigos. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias.

Por ello, el Papa San Juan Pablo II, gran devoto de la Divina Misericordia, proclamó el segundo domingo de Pascua como la fiesta de la Divina Misericordia y quiso Dios en su infinita providencia que muriera la víspera del domingo de la divina misericordia en el año 2005 y fuera canonizado por el Papa Francisco en el 2014 en el segundo domingo de Pascua, día de la Divina Misericordia.

Por ello, hoy se concede Indulgencia Plenaria a todos los fieles que comulguen con la debida disposición y hagan alguna oración piadosa a la Divina Misericordia.

Hoy es un día para cantar un cantico jubiloso al Señor porque es bueno, porque es eterna su Misericordia; para acercar nuestro corazón con sus pecados, heridas y necesidades al corazón misericordioso del Señor, que se quiebra para derramar torrentes de misericordia sobre cada uno de nosotros.

Con inmensa confianza oremos:

  1. Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.»
  2. «Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.»
  3. Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

Juan Carlos Rivva
Párroco