Los Evangelios de los tres últimos domingos de Pascua nos muestran como es el Corazón de Dios… Jesús es el Buen Pastor que conoce y ama a sus ovejas, hasta el extremo de dar la vida por ellas. Yo soy la Vid y ustedes los sarmientos, permanezcan en mi amor… Sin mí no pueden hacer nada. Y hoy -ya sin figuras ni ejemplos- nos habla el Señor de su elección, de su amistad, de su entrega hasta dar la vida por nosotros.
Vamos paso a paso…
- En la segunda lectura San Juan nos dice que el amor proviene de Dios. En esto consiste el Amor: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que el nos amó primero. El amor verdadero viene de Dios, porque Dios es Amor, y todo el que ama conoce a Dios y ha nacido de Dios. Podemos sacar una primera conclusión: No es posible amar si nuestro corazón está alejado de Dios que es la fuente misma del amor.
- Dios toma la iniciativa, nos ama primero, nos primerea y nos manifiesta su amor al enviarnos a Jesús. En esto se ha manifestado el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su único Hijo para que vivamos por medio de El.
- Jesús, el Señor nos conoce de una manera personal y pone su mirada en cada uno de nosotros, para invitarnos a ser sus discípulos y para enviarnos a predicar el Evangelio. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que soy Yo el que os he elegido a vosotros.
- Y Jesús nos manifiesta el amor de Dios bajo la forma de AMISTAD. Ya no te llamo siervo, sino mi amigo. El Señor nos invita a ser sus amigos, a tener con El un trato cercano, familiar e íntimo, de confianza y mutuo conocimiento. Entre amigos no hay secretos. Jesús nos abre el corazón y nos dice: a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. Dice la Escritura: Que el que encuentra un amigo, encuentra un gran tesoro. Que incalculable privilegio y bendición saber que Jesús es ese amigo que jamás nos defrauda, un amigo incondicional.
- Pero ¿Cómo nos demuestra Jesús su amistad? Entregando la vida por nosotros. No hay mayor amor que el de aquel que es capaz de dar la vida por sus amigos. El nos ama mucho más allá de lo que nosotros podemos imaginar. El amor de Jesús por nosotros es infinito y total. Como el Padre me amó, así os he amado yo… Jesús nos ama, con el mismo amor, con la misma intensidad con que el Padre lo ama a El y El ama a su Padre, y ese amor es el ES.
- Nos dice: Permaneced en mi amor. Jesús nos invita a corresponder a su amistad, a ser también nosotros sus amigos. ¿Y cómo podemos permanecer en su amistad y en su amor? Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
- ¿Y qué nos manda Jesús? Nos manda muchas cosas, pero lo más importante es el mandamiento nuevo: Esto os mando, que os améis unos a otros como yo os he amado. Por eso la amistad con Jesús se demuestra en el amor a los hermanos. Ser amigo de Jesús, es amar a Jesús en los hermanos y amar a los hermanos con el amor de Jesús. Es reconocer que Jesús está presente en el prójimo, especialmente en el más necesitado. cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis.
- Pero el amor de Jesús por nosotros no conoce límites ni condiciones, El nos ama hasta dar la vida y así debemos también nosotros amar a los hermanos.
- ¿Quién nos puede enseñar a amar con el amor de Jesús ? Y nuestra mirada se vuelve espontáneamente en este mes de mayo hacia el corazón de nuestra Madre. María es quien más amó a Jesús y quien le enseñó a amar. María es la escuela para aprender a amar al Señor y amar al prójimo.
10.¿Y cuál es el resultado del amor? También nos lo enseña Jesús en el Evangelio de hoy:
En primer lugar: la fecundidad. Os he destinado para que vayan y den frutos, y vuestros frutos permanezcan. La fecundidad del amor.
En segundo lugar: la alegría. Os he dicho todo esto para que mi alegría este en vosotros, y vuestra alegría llegue a la plenitud. El que ama vive la verdadera alegría, la verdadera felicidad.
- CONCLUSIÓN: la Palabra de Dios hoy nos remite a lo esencial en la vida cristiana. El Evangelio es muy sencillo: Así como Dios te ama, tu debes amar a tus hermanos. Así como Dios dio su vida por ti, también tú debes dar la vida por tus hermanos. Por eso, amar como Jesús es amar con todas las fuerzas, con todo el corazón, con un amor que no es sentimentalismo barato, con un amor que esta hecho de entrega, de renuncia, de sacrificio, de donación, con un amor que no se queda en palabras, sino que se hace concreto en el servicio. En eso consiste la santidad, en amar con el mismo amor del Señor Jesús.
Juan Carlos Rivva
Párroco