A diferencia de las culturas orientales que creen que la historia es circular en una suerte de eterno retorno, la tradición judeocristiana tiene una visión lineal de la historia, cree que la historia tiene un inicio con la Creación y un final con la Parusía, que es el advenimiento glorioso de Jesús al fin de los tiempos.
Hoy el Evangelio nos habla de ese acontecimiento, y creo que es una ocasión para recordar verdades de fe escatológicas. La escatología, (viene del griego escaton que significa literalmente la punta, la cima, la realidad última) es la rama de la teología que contempla el destino final, las realidades últimas en la historia de la salvación.
Primero: ¿Cuándo? Muchas de las sectas cristianas, en su afán de captar prosélitos, nos hablan de calamidades cósmicas y del fin del mundo inminente. Al respecto Jesús nos dice hoy: Nadie sabe ni el día ni la hora, cuando menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre. Por ello, debemos estar siempre vigilantes.
Segundo: Las Sagradas Escrituras nunca hablan del “fin del mundo”, sino del “fin de los tiempos”, como diciendo que este mundo no acabará del todo, sino que sería transformado en un “cielo nuevo y una tierra nueva” (Ap 21,1). Gracias a la Resurrección de Jesucristo, todo la creación ha sido recapitulada en Cristo (Ef 1,10) que hace nuevas todas las cosas.
Tercero: La Gran tribulación. El fin de los tiempos será precedido por una gran tribulación, por un tiempo de persecuciones y pruebas para la Iglesia, en las que se desvelará el misterio de la iniquidad, el Anticristo, bajo la forma de un impostor, que llevará a muchos creyentes a apostatar de las verdades de la Fe. Esta impostura religiosa, se manifestará como un falso mesianismo en el que la fe cristiana se reduce a una especie de religión universal, en que el centro ya no está en Dios, sino en el hombre.
Cuarto: En la literatura apocalíptica, el fin de los tiempos, irá acompañado de signos cósmicos: después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. No es fácil interpretar estos signos de los tiempos como señales del final de la historia. Algunos hablan del calentamiento global como un fenómeno que anuncia la segunda venida de Cristo, pero son simples conjeturas.
Quinto: Con el fin de los tiempos llegará la Parusía, es decir la segunda venida gloriosa de Jesucristo. Hoy decía Jesús en el Evangelio que el Hijo del hombre vendrá entre nubes con gran poder y gloria. La Iglesia, Esposa de Cristo, vive en tensión de espera, aguardando la venida del Esposo.
Para nosotros los cristianos, la venida del Señor representa el cumplimiento de todas las promesas y el fin de la espera. Por ello, la esperanza cristiana se expresa en la frase: Maranantha… El Señor viene, que es también una súplica: ven Señor Jesús.
Sexto: Jesús nos dice que El volverá con gloria, para juzgar a vivos y muertos y para establecer su Reino que no tendrá fin. De la plenitud del Reino hablaremos el próximo domingo en la Solemnidad de Cristo Rey.
Nosotros en el Credo profesamos que creemos en la Resurrección de la Carne. Estamos aquí ante un misterio que implica mucho más que creer en la vida eterna después de la muerte.
Cuando una persona muere, se separa el alma del cuerpo. El cuerpo cae en la corrupción y el alma va al encuentro con Dios, aguardando reunirse con su cuerpo glorificado. Estamos ante un misterio, pues resucita el mismo cuerpo; pero no es un cuerpo corruptible sino incorruptible, no es un cuerpo material sino espiritual, transfigurado en un cuerpo glorioso, semejante al de Jesús Resucitado.
Hoy decía la profecía de Daniel en la primera lectura: Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno. En la Parusía, los muertos resucitarán, como dice Jesús en el Evangelio de San Juan: Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida y los que hayan hecho el mal, para la condenación.
Séptimo: Creemos en el Juicio Final, en el que la Verdad y la Justicia de Dios triunfarán sobre todas las injusticias cometidas a lo largo de la historia, y en que se manifestará la situación real de cada persona y de su relación con Dios y con el amor. El Juicio Final será un encuentro con Jesús, en el que se confirma la sentencia del Juicio Particular de nuestra alma, inmediatamente después de la muerte.
Hoy que celebramos la Jornada por los Pobres, recordemos que como dice San Juan de la Cruz: En el atardecer de la vida se nos examinará sobre el Amor. Especialmente, el amor al prójimo, al necesitado… Porqué tuve hambre y me diste de comer, porque estaba desnudo y me vestiste, enfermo y me visitaste, etc.
Octavo: El Juicio Final marca la Victoria Final del bien frente al mal, de la verdad frente a la mentira, de Jesucristo frente al maligno.
Cuando viene la tentación del desaliento frente a la presencia del mal y de la corrupción en la sociedad, cuando parece que la fe cristiana va perdiendo terreno ante el materialismo y el relativismo, recordemos que la victoria está asegurada, porque Jesucristo ha vencido al maligno en la Cruz y en la Resurrección.
Todos los pueblos de la tierra lo reconocerán y como dice la carta a los Filipenses: Ante El se postrará toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el abismo y toda lengua proclamará: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Meditemos en estas verdades que son un llamado a la conversión, el Señor está cerca, a la puerta. Toca a la puerta, para entrar en nuestra casa y darnos la salvación, porque no quiere que ninguno se pierda.
Juan Carlos Rivva
Párroco