Contexto litúrgico: Realidades Ultimas: Muerte, el Juicio, el Cielo, el Purgatorio y el Infierno.
Hoy en concreto el Evangelio nos habla acerca del fin del mundo y la venida gloriosa de Jesús para juzgar a vivos y muertos: “El sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces, veréis venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad”.
A lo largo de la historia siempre han existido profetas apocalípticos que en base a horóscopos y profecías, han alimentado la psicosis acerca del fin del mundo.
Detrás de este Ojala se esconde el sentido que para los cristianos tiene el fin del mundo y la venida gloriosa del Señor. Lo que para algunos puede parecer un castigo o una amenaza, para los cristianos es la dichosa esperanza de la aparición gloriosa de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
El Papa Francisco decía hoy en el Angelus que para los cristianos lo importante no es el COMO ni el CUANDO, sino el estar siempre preparados para el encuentro. Y que no vivimos aguardando un TIEMPO ni un LUGAR, sino que vivimos aguardando el encuentro con una PERSONA, con ALGUIEN. Y ese ALGUIEN es el SEÑOR JESÚS RESUCITADO. Por eso continua el Papa diciendo: La esperanza del hombre tiene un rostro: “el rostro del Señor resucitado que viene ‘con gran potencia y gloria’, es decir, que manifiesta su amor crucificado transformado en la resurrección”. El triunfo de Jesús al final de los tiempos será el triunfo de la Cruz, la demostración de que el sacrificio de sí mismo por amor al prójimo, a imitación de Cristo, es la única potencia victoriosa y el único punto seguro en medio de los acontecimientos y las tragedias del mundo.
Para los cristianos una palabra clave es MARANATHA. San Pablo la traduce como: EL Señor Viene y San Juan en el Apocalipsis como un clamor: VEN SEÑOR JESÜS, que es la palabra que vamos a cantar incesantemente en el Adviento.
JUICIO FINAL
Dos afirmaciones: El cielo y la tierra son pasajeros, son efímeros… Son vanidad de vanidades. No apeguemos el corazón a ellos. Los problemas, las alegrías, los dolores, las frustraciones pasan.
Y en cambio: Las palabras del Señor son eternas, son estables, son duraderas y uno se puede fiar de ellas.
Que la Virgen nos ayude a enfrentar los problemas de la tierra, con la mirada fija en el cielo, aguardando la “dichosa esperanza” de la aparición gloriosa de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Padre Juan Carlos Rivva