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HOMILÍA EN EL XXVIII ANIVERSARIO DE LA PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE LA RECONCILIACIÓN

Hemos pedido un permiso especial, por ser el Vigésimo Octavo Aniversario de nuestra parroquia, para celebrar en este domingo la Asunción de la Virgen María a los cielos, que en la Iglesia Universal se celebró el pasado martes 15 de Agosto.

Quisiera que reflexionemos hoy sobre dos preguntas: ¿Qué es una parroquia? ¿Cuál es la identidad de nuestra parroquia?
Normalmente identificamos las parroquias con una iglesia o un complejo arquitectónico: Así vienen a nuestra mente parroquias conocidas en Lima como María Reina, Fátima, Santísimo Nombre de Jesús o Santa Rosa en Lince.

Pero una parroquia es mucho más que una iglesia. Una parroquia es una comunidad estable de fieles puesta bajo el cuidado de un párroco, quien es nombrado por el obispo para cuidar, junto con otros sacerdotes, como buen pastor esta pequeña porción de la Iglesia.

La tarea del párroco y sus colaboradores se resume en la triple misión de Jesucristo como sacerdote, profeta, rey: Administrar los sacramentos, especialmente la Eucaristía que es el corazón de la parroquia, predicar la Palabra de Dios y regir o apacentar el rebaño que le ha sido confiado.
Las personas se sienten ligadas a nuestra parroquia porque existen vínculos que se han formado a lo largo de la historia: algunos trabajaron con esfuerzo por edificar esta Iglesia, aquí se casaron, aquí bautizaron a sus hijos, aquí se confiesan y participan en la misa cada domingo, aquí han velado y enterrado a sus seres queridos. Hace poco una señora me decía: padre yo quiero que mis cenizas se queden aquí, donde está mi familia y mis amigos, para que recen por mí.

A lo largo de mis casi 28 años de sacerdote, la mayor parte del tiempo he sido párroco: Fui 13 años párroco en la parroquia del Divino Maestro en Medellín, una parroquia de clase media; fui 3 años párroco en Puno, en las parroquias San Francisco de Asís de Ayaviri y Santa Lucía de Macarí, en medio de personas muy pobres y necesitadas; y llevo ya poco más de 6 años como párroco de esta parroquia Nuestra Señora de la Reconciliación. Tres parroquias muy distintas, cada una tiene su encanto, sus retos, sus desafíos, su fisonomía particular, su identidad.

La identidad es lo que distingue a una parroquia de las demás. Aunque nosotros podemos sentirnos orgullosos de nuestro templo y nuestras instalaciones, ellas no son lo más importante de nuestra identidad. La identidad se forja en la historia, en las tradiciones, en las devociones, en el estilo de la celebración litúrgica, en las relaciones, en la experiencia de comunidad viva, en la espiritualidad de cada parroquia.

Y sin duda, el elemento central de nuestra identidad como parroquia es nuestro amor filial a la Virgen, y en concreto la devoción a Nuestra Señora de la Reconciliación.

Ese bello canto Nuestra Señora de la Reconciliación, describe hermosamente cada una de las notas de esta imagen: Su dulce vientre que porta en dulce espera al Reconciliador, el pie que aplasta a la cabeza de la serpiente y que nos alienta en nuestra lucha contra el maligno, el corazón encendido con el fuego del Espíritu y atravesado por la espada del dolor y rodeado por las rosas blancas de la pureza, el manto celeste donde podemos encontrar cobijo y consuelo, la mano extendida para sostenernos cuando nos hundimos y la mirada tierna que nos invita a pronunciar una y otra vez el nombre de María como ancla de salvación en medio de las tempestades.

Es Jesús quien desde el Altar de la Cruz nos señala el dulce e inmaculado corazón de María y nos dice: Allí tienes a tu Madre. Y acercándonos al corazón de la Madre y procurando conocerla y amarla con el amor de Jesús… Ella nos remite nuevamente al Sagrado Corazón de Jesucristo, para conocerlo, amarlo y servirlo como Ella lo hizo. Por Cristo a María y por María más plenamente al Señor Jesús, ese es nuestro camino a la santidad.

Y así viviendo este camino de santidad descubrimos que el Señor nos bendice con el don de la Reconciliación. El mismo es el Reconciliador que sana nuestros corazones de rupturas, heridas o resentimientos y que nos invita a vivir reconciliados entre nosotros y a colaborar en la misión apostólica de María al llevar la reconciliación a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Por eso nuestra identidad se sintetiza en ser una comunidad de hermanos en Cristo, hijo del Padre e hijos de María, que queremos crecer en la fe y alcanzar la santidad. Forman parte de esta comunidad parroquial no solo quienes viven en la jurisdicción territorial, sino todos los que se sienten parte de esta comunidad y vienen caminando juntos, recorriendo este camino espiritual de amor filial a Nuestra Señora de la Reconciliación
Pero la identidad es algo que se construye poco a poco, con paciencia y tenacidad. Todos somos corresponsables por la vida de la parroquia y por la construcción de esa identidad. Todos somos piedras vivas de este edificio espiritual. Algunos fueron llamados al comenzar la jornada, otros a media mañana y otros al atardecer, pero hay un lugar para todos en la viña del Señor.

Hoy queremos darle gracias al Señor y a la Virgen por estos XVIII años caminando juntos, por los momentos de alegría y de dolor. Este año hemos vivido un momento intenso de alegría y dolor con la muerte del padre Jurgen. El ministerio de Jurgen ha sido fecundo no solo cuando trabajó como Vicario Parroquial, sino especialmente durante su enfermedad, ofrecida con paciencia y amor por todos nosotros.
Queremos pedirle perdón también por nuestros errores, por nuestras omisiones, por las veces en que no hemos puesto el hombro en los momentos difíciles, por las ocasiones en que no hemos vivido la Reconciliación entre nosotros, porque no siempre hemos amado a María como Jesús nos pide que la amemos.

Y vamos a consagrarnos a la Virgen, renovando nuestro amor filial y pidiéndole a Ella por nuestras familias, por nuestros seres queridos y especialmente pidiéndole a esa Madre que está en el cielo que nos ayude a vivir y a anunciar el don de la Reconciliación.

P. Juan Carlos Rivva
Párroco