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Novena de Navidad

PREPARÁNDONOS PARA LA NAVIDAD

Este año, conmemoramos un aniversario más del nacimiento del Señor Jesús.  Él, siendo Dios se hizo hombre para reconciliarnos y para mostrarnos el camino que nos conduce hacia la casa del Padre, de la que nos alejamos por nuestros pecados.  La Navidad es siempre una ocasión especial para meditar en familia en torno a este misterio sobrecogedor del pequeño Niño-Dios que nace y para acoger en nuestro corazón a Aquel que quiso poner su morada entre nosotros.

Cuando vamos a recibir una visita importante en nuestras casas, disponemos todo para acogerla; cuánto más tratándose del mismo Dios quien toca a la puerta de nuestros corazones y espera que lo acojamos para darnos la felicidad plena que anhelamos.

Un medio concreto que nos puede ayudar a prepararnos comunitariamente para recibir al Señor en nuestros corazones, es el rezo de la Novena de Navidad.  Una tradición arraigada en muchos países vecinos y que queremos difundir también en las familias de nuestra parroquia.

 

Indicaciones para el rezo de la Novena

  1. Reunirse en familia entorno al Nacimiento, con un cirio encendido
  2. Para el rezo de la Novena, se sigue la guía que aparece en las meditaciones para todos los días.
  3. Asignar con anticipación a las personas que harán las lecturas y oraciones.
  4. Después de la lectura bíblica se puede hacer una breve reflexión a cargo de alguno de los miembros de la familia o de la comunidad.
  5. La Novena se debe rezar en un ambiente alegre y festivo, se pueden introducir villancicos conocidos al comenzar y terminar la novena.
  6. A continuación, se sugiere una estructura para facilitar el rezo de la novena.

 

Estructura:

  1. Villancico
  2. Oración para todos los días
  3. Lectura bíblica de cada día
  4. Peticiones
  5. Oración a Santa María
  6. Oración a San José
  7. Gozos
  8. Oración al Niño Jesús
  9. Villancico

 

NOVENA DE NAVIDAD 

 

  1. VILLANCICO
  1. ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS (todos juntos)

Dios de Amor y misericordia, que tanto nos has amado, que nos has dado en tu Hijo la más valiosa prenda de tu amor, hecho Hijo de Mujer en las entrañas de María para nuestra reconciliación. Te damos gracias de todo corazón por habernos ofrecido tan inmenso beneficio. Te ofrecemos de nuestra parte el esfuerzo permanente por cooperar con tu gracia y ser más fieles a tu Plan. Te pedimos, por los méritos de tu Hijo, que dispongas nuestros corazones en esta Navidad con la reverencia y humildad necesarias para acogerlo con gozo y anunciarlo a los demás.

 

  1. LECTURA BÍBLICA PARA CADA DÍA

 

  1. ORACIÓN A SANTA MARÍA (a cargo de la mamá)

Santa María, Madre del Niño Jesús y Madre nuestra, tú supiste responder con generosidad a los planes de Dios en cada circunstancia concreta de tu vida. Ayúdanos a nosotras a tener la misma prontitud para responder al Señor en las alegrías y en los dolores; ayuda a todas las madres a seguir tu ejemplo de maternidad en la vida cotidiana y a educar a sus hijos en la fe. Concédenos acoger a tu Hijo, con el mismo amor y ternura con que tú lo acogiste en tu corazón.

 

Se rezan tres Ave María

 

  1. ORACIÓN A SAN JOSÉ (a cargo del papá)

San José, casto esposo de Santa María, Varón prudente a quien Dios confió el cuidado y protección de su propio Hijo, el Señor Jesús, y el de la Virgen Madre. Modelo de fidelidad y de paternal solicitud; tú cuidaste al Niño Jesús, lo recibiste con amor y lo educaste con tu ejemplo.

Te pedimos que intercedas por nosotros para que durante este tiempo de Adviento nos preparemos para acoger, como tú, en nuestro corazón, a Jesús que ha querido poner su morada entre nosotros. También te pedimos que intercedas para que obtengamos los bienes que necesitamos para la misión y para que en las familias no falte el pan de la fe, el pan del amor y para que tengan siempre el pan de cada día.

 

Se reza un Padre Nuestro

 

  1. GOZOS

Dulce Jesús mío

Mi Niño adorado

Ven a nuestras almas

Ven, no tardes tanto

 

Estribillo: Ven, Ven, Ven, Ven a nuestras almas,

             Niñito ven, ven, ven, ven a nuestras almas,

            Niñito ven a nuestras almas

           No tardes tanto, no tardes tanto, Niñito ven.

         

¡Oh sapiencia suma

del Dios soberano,

que a infantil alcance

te rebajas sacro!

¡Oh, Divino Niño,

ven para enseñarnos

la prudencia que hace

verdaderos sabios.

 

¡Oh, Adonai potente,

que a Moisés hablando,

de Israel al pueblo

disteis los mandatos!

¡Ah, ven prontamente

para rescatarnos,

y que un Niño débil

muestre fuerte brazo.

 

¡Oh, Raíz sagrada

de Jesé que, en lo alto,

presentas al orbe

tu fragante nardo!

Dulcísimo Niño

que has sido llamado

lirio de los valles

bella flor del campo.

 

Llave de David,

que abre al desterrado

las cerradas puertas

del regio palacio.

Sácanos, oh Niño,

con tu blanca mano,

de la cárcel triste

que labró el pecado.

 

¡Oh, Lumbre de Oriente,

Sol de eternos rayos,

que entre las tinieblas,

tu esplendor veamos.

Niño tan precioso,

dicha del cristiano,

luzca la sonrisa

de tus dulces labios.

 

Espejo sin mancha,

Santo de los santos

sin igual imagen,

del Dios soberano.

borra nuestras culpas,

salva al desterrado,

y en forma de Niño,

da al mísero, amparo.

 

Rey de las naciones,

Emmanuel preclaro,

de Israel anhelo,

Pastor del rebaño.

Niño que apacientas

con suave cayado,

ya la oveja arisca,

ya el cordero manso.

 

Ábranse los cielos

y llueva de lo alto

bienhechor rocío,

como riego santo.

¡Ven, hermoso Niño,

ven Dios humanado,

luce hermosa estrella,

brota flor del campo.

 

Ven, que ya María

previene sus brazos,

do su niño vean,

en tiempo cercano.

Ven que ya José,

con anhelo sacro,

se dispone a hacerse

de tu amor, sagrario.

 

Del débil, auxilio;

del doliente, amparo;

consuelo del triste,

luz del desterrado.

Vida de mi vida,

mi dueño adorado,

mi constante amigo,

mi querido hermano.

 

Véante mis ojos

de ti enamorados,

bese ya tus plantas,

bese ya tus manos.

Prosternado en tierra

te tiendo mis brazos,

y aún más que mis frases,

te dice mi llanto.

 

Ven, Salvador nuestro,

por quien suspiramos,

ven a nuestras almas,

ven, no tardes tanto.

 

  1. ORACIÓN AL NIÑO JESÚS (a cargo de un niño)

Dulce Niñito Jesús, sabemos que tú eres el centro de la Navidad y el que nos da la alegría en nuestro corazón. Queremos pedirte que bendigas nuestras familias y nos ayudes a ser limpios de corazón, obedientes y esforzados en nuestras responsabilidades.

Te pedimos que, al prepararnos para celebrar tu nacimiento, podamos acogerte en nuestro corazón y renovemos nuestro empeño por ser apóstoles incansables de la Reconciliación.

 

Se rezan tres Glorias

 

  1. VILLANCICO FINAL

 

Día primero: Mirando el misterio de la Navidad desde el ángel Gabriel:

«… Y [el ángel] le dijo: “Alégrate, Llena de gracia, el Señor está contigo. No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en tu seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin”» (Lc. 1, 28. 30-33).

 

El ángel es el portavoz de Dios, su mensajero; en el Antiguo Testamento equivale a su presencia misma. Este diálogo descubre el querer de Dios sobre María y a la vez ilumina su modo de proceder con nosotros. Dios tiene un profundo respeto por nuestra libertad, pues para seguir adelante con su proyecto espera el asentimiento de María a su propuesta. Del mismo modo que en Dios ― siendo Dios ― se genera una inmensa expectativa acerca de la respuesta de María, así también espera de cada uno de nosotros un «Sí» generoso y diariamente repetido para llevar adelante su plan de amor en nuestras vidas.

 

Dios quiere contar conmigo y también me dice: “No temas”. ¿Qué estará esperando de mí y de lo que yo puedo hacer por los demás? ¿A qué le tengo miedo?

 

* Resolución: Leeré diariamente algún pasaje bíblico viendo qué me quiere decir Dios en él.

 

Día segundo: Mirando el misterio de la Navidad desde María:

«Dijo María: “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según su palabra”» (Lc. 1, 38).

 

Respuesta corta pero que engloba toda su existencia. María ofrece todo, se ofrece a sí misma y se pone al servicio del proyecto de Dios. Es un «Hágase» generoso y gozosamente repetido: María dice «Sí» en las alegrías y «Sí» en los dolores, «Sí» en las buenas y «Sí» en las malas, «Sí» cuando las cosas están tranquilas y «Sí» cuando se hacen difíciles. Es una lección para nuestra vida. Aprendamos a decir «Sí» y, sobre todo, a sostenerlo en cada circunstancia concreta de la existencia.

 

¿A veces digo sí y luego hago lo contrario? ¿Mantengo mis propósitos en los momentos de dificultad?

 

*Resolución: Diré “Sí” a Dios en todo aquello que me cuesta.

 

Día tercero: Mirando el misterio de la Navidad desde José:

«El ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de los pecados”» (Mt. 1, 20-21).

 

El temor es muy propio de nuestra experiencia humana. José, enamorado y comprometido, se encuentra de repente en medio de una situación que se le escapa de las manos. Ante la magnitud de lo que no entiende, confía… Confía en Dios y confía en su mujer. Y se lanza, se lanza a cooperar con Dios en lo que le pide. El temor se torna confianza y ésta en decisión firme y permanente. La confianza da fuerza, libera y trae paz.

 

¿Confío en el Señor o soy desconfiado y temeroso? ¿Confío en mi cónyuge, en mis hermanos y en mis amigos? ¿o tiendo a pensar que me quieren engañar y aprovecharse de mí?

 

*Resolución: Evitaré hacer juicios e interpretaciones sobre los demás.

 

Día cuarto: Mirando el misterio de la Navidad desde los magos:

«Al ver la estrella, (los magos) se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al Niño con María, su madre, y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra» (Mt. 2, 10-11).

 

Nosotros también nos alegramos al ver las luces de la Navidad. Sin embargo, no podemos perder de vista que las luces y los signos festivos son a causa del nacimiento de Jesús y que por sí solas no dan alegría alguna. Aprendamos de estos sabios de Oriente a ver el misterio profundo de la Navidad, así el mundo entero se quede buscando la alegría sólo en las luces y la algarabía. La fiesta de la Navidad sin Jesús es vacía y nos deja siempre insatisfechos.

 

¿Me hago expectativas de la Navidad y cuando ésta llega me siento como vacío? ¿No será que le falta Jesús? ¿Me quedo en lo exterior o me alegro con el misterio de fondo?

 

*Resolución: Al ver las luces navideñas pensaré en Jesús y escucharé villancicos.

 

Día quinto: Mirando el misterio de la Navidad desde los pastores:

«Fueron (los pastores) a toda prisa y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. (Después) los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho» (Lc. 2, 16. 20).

 

Los pastores dejan por un momento su trabajo cotidiano y van a toda prisa a conocer y adorar al Niño Dios que ha nacido. El trabajo no se opone a la contemplación y la oración. Todos podemos hacer un alto en el día y acercarnos a hablar con Dios, para luego regresar a nuestras labores ya renovados y fortalecidos.

 

¿Me regalo esos espacios necesarios para hablar con Dios en medio de las labores cotidianas o me dejo atrapar por el ritmo de la actividad perdiendo de vista mi relación con el Señor? ¿Busco a Dios en las noches, los domingos, en la Navidad?

 

*Resolución: Orar unos minutos antes de ir a dormir y al levantarme, e iré a misa los domingos.

 

Día sexto: Mirando el misterio de la Navidad desde Herodes:

«Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos» (Mt. 2, 16).

 

Herodes ve en Jesús una competencia, alguien que puede quitarle su poder y sus seguridades. Herodes encarna a todos aquellos que parecen haber entablado una batalla contra Dios y con lo que lo representa, sean personas, lugares, instituciones o cosas. Esta lucha siempre ha estado presente y nuestro tiempo no es ajeno a esta realidad. No es difícil constatar en nuestra vida cómo hay veces en que nos enojamos interiormente con Dios y nos rebelamos porque descubrimos que algo que nos pide la fe en Él, se opone a nuestros apegos.

 

¿Veo las consecuencias morales de la fe como un capricho de la Iglesia? ¿Me rebelo interiormente contra Dios cuando lo que me pide se opone a mis gustos?

 

*Resolución: Voy a investigar el sentido de cada mandamiento para asimilarlo mejor.

 

Día séptimo: Mirando el misterio de la Navidad desde quienes le negaron posada a Jesús

«Y sucedió que, mientras ellos estaban en Belén, se le cumplieron los días del alumbramiento, y María dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento» (Lc. 2, 7).

 

Hay quienes no son como Herodes, que luchan contra el Señor, pero sí lo miran con indiferencia o lo rechazan con los gestos o las actitudes. Cuántos viven su vida al margen de Dios, como si Él no existiese; cuántos andan demasiado pendientes de sus cosas y no descubren a Jesús que toca a sus puertas. Es crudo reconocerlo, pero, a veces, nos gusta estar con Dios y con los demás mientras no se metan con nuestra vida, la incomoden o la cuestionen.

 

¿Soy indiferente a las necesidades de los demás? ¿Evito ayudarlos cuando hacerlo me saca de mi comodidad?

 

*Resolución: No dejaré marchar a ningún pobre sin ofrecerle mi ayuda, oración o tiempo.

 

Día octavo: Mirando el misterio de la Navidad desde la familia:

«Encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre» (Lc. 2, 16).

 

El centro de esta familia es sin duda Jesús. Él le da sentido a todo: a sus afanes, alegrías y dolores. María y José encontraron en el pesebre de Belén su mayor gozo en medio de la mayor austeridad. Así también en nuestras familias se entrelazan las alegrías y los dolores y, en esos renglones, Dios va escribiendo nuestra historia con amor. No dejemos de descubrir el sentido profundo de lo cotidiano en nuestra vida familiar, pues esto la saca de la rutina y le eleva a la experiencia de comunión que tanto anhela nuestro corazón.

 

¿Me quejo de las privaciones que a veces tiene mi vida familiar? ¿Acepto con gusto mi familia o me rebelo interiormente?

 

*Resolución: Ayudaré con mi servicio y actitudes positivas a mejorar el clima de mi familia.

 

Día noveno: Mirando el misterio de la Navidad desde Jesús:

«[La Palabra] vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn. 1, 11-12a. 14a).

 

Hoy ha venido Dios a su casa, a su creación y a su pueblo, y los suyos no lo recibieron. Ni Herodes que lo quiere matar ni los habitantes de Belén, que le son indiferentes. Pero a quienes lo recibieron: María, José, los magos y los pastores, les dio el poder hacerse hijos de Dios.

 

Hoy, esa Palabra que viene de lo alto, quiere poner su cuna en nuestro corazón. ¿Lo acogeremos o lo rechazaremos?

 

¿Le daré un Sí, como María? ¿Confiaré, como José? ¿Le ofreceré mis dones, como los magos? ¿Dejaré mis labores para ir a adorarlo, como los pastores? ¿O lo mataré en mi corazón, como Herodes? ¿Seré indiferente, como los habitantes de Belén, que le cerraron la puerta?

 

*Resolución: Acogeré a los demás y les serviré, pues mi prójimo es Jesús mismo.